Estaba en medio de mi divorcio cuando Adam me envió un mensaje. Creo que sus palabras exactas fueron: Hola. Creo que eres el hermano de mi adre. ¿Te gustaría conocerme?
Mi hermano y yo nunca habíamos sido cercanos, así que sólo me encontré con su hijo adoptivo unas pocas veces cuando era joven. El instinto me dijo que ignorara el mensaje y lo hice. Durante unos días. Me costó una agotadora pelea con mi futura ex esposa y media botella de whisky para cambiar de opinión.
Adam se convirtió primero en una especie de sobrino. Luego, se convirtió en el tipo que me ayudó a encontrar un apartamento en el edificio junto al suyo. Era un joven dulce y alegre que hacia todo lo posible por criar a su hija de cuatro años, lo que llevó a convertirse en el tipo que quería ayudarme arreglar mi relación con mi propia hija.
Una noche, mientras me preparaba para ir a la cama, miré por el callejón hacia el edificio de al lado, donde lo vi preparándose para ir a la cama también.
No pude apartar la vista ni para salvar mi vida.
Fue la noche en que también se convirtió en el chico de la ventana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario