lunes, 9 de septiembre de 2019

Tight



Kennedy
Había caído en el momento en que vi a Roman. 
Arrogante e inteligente, guapo e independiente, era alguien que nunca me hubiera enseñado la hora del día nunca se habría fijado en mí. Pero cuando mi padre se casó con su tía, cuando nos convertimos en familia, todo eso cambió. 
La forma en que me miró y los pequeños toques, me dijeron que tal vez me quería de la misma forma que yo lo hice con él. ¿o tal vez fueron mis sentimientos los que nublaron la realidad, lo que me hizo ver lo que quería? 
Tal vez algún día tendría el descaro de admitir que estaba enamorada de él. O tal vez tenía demasiado miedo de pronunciar esas palabras.

Roman 
Todo lo que hacía falta era mirarla para detener mi corazón, una sonrisa para que me enamorara. 
Todo lo contrario, era tímida y reservada, con su nariz en un libro y una sonrisa que podía iluminar una habitación. Kennedy era todo lo que quería y todas las cosas que no podía tener. 
Familia por matrimonio. 
Esas tres palabras significaban mucho, podían arruinarlo todo. Si mis verdaderos sentimientos salían a la luz, sabía que nuestras vidas cambiarían para siempre, y tal vez no para mejor. 
Fue por ese miedo, por lo mal que se vería amar a Kennedy que mantuve mi boca cerrada sobre cómo me había sentido todo  este tiempo. 
Pero solo vivimos una vez, y cada día era más difícil aceptar que ella no era mía. 
Eso estaba a punto de cambiar. Estaba a punto de cambiarlo todo.  No tenerla en mi vida de la manera que imaginé -fantaseaba- ya no era algo con que iba a vivir. 
Al diablo con lo que diga la gente. Finalmente iba a decirle a Kennedy que la amaba, que ella siempre había sido mía. 


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