Cada casa tiene una historia que contar y un secreto que compartir.
El papel tapiz del comedor podría esconder las marcas de lápiz que registran el crecimiento de los niños que vivieron allí décadas antes. Bajo ese linóleo descolorido por el sol podría haber madera que una vez pisaron los soldados de la Guerra Revolucionaria.
Las casas siempre están cambiando. Capas de pintura. Filas de laminado. Rollos de alfombra. Cubren las historias y secretos de una casa, haciéndolos silenciosos hasta que alguien viene a revelarlos.
Eso es lo que yo hago.
Me llamo Maggie Holt. Soy diseñadora y en muchos sentidos historiadora. Busco la historia de cada casa e intento convencerla. Estoy orgullosa del trabajo que hago. Soy buena en ello.
Escucho.
Aprendo.
Utilizo ese conocimiento para diseñar un interior que, aunque totalmente moderno, siempre habla del pasado de la casa.
Cada casa tiene una historia.
La nuestra es una historia de fantasmas.
También es una mentira.
Y ahora que otra persona ha muerto entre estas paredes, es finalmente el momento de decir la verdad.
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