jueves, 22 de octubre de 2020

All the frogs in Manhattan

 




¿Sabes que cenicienta tenía la zapatilla de cristal, el carruaje de calabaza y el hada madrina? 
Sí... con tacones de aguja que destruyen los pies, Uber y un horóscopo de Twitter, mi vida está lejos de ser un felices para siempre. 
De hecho, en lugar del Príncipe Azul, termino saliendo con cada rana babosa, escamosa y sin cerebro en el reino de Manhattan. Y por rana, me refiero a todos los tipos malos estereotipados de los que las películas que mamá y Lifetime te advirtieron. 

El jugador con cabeza con cabeza hueca. 
El hijo de mamá. 
El lanza nombres.
El tacaño.

Si apestas en las relaciones, probablemente he besado esos labios fríos y húmedos con la esperanza de encontrar el amor. Hasta que un día, un hombre con problemas de compromiso se ofrece a ayudarme a encontrar el Romeo de mi Julieta. 

Pero ¿qué pasa cuando la rana, que se suponía que nunca se convertiría en príncipe, te besa a medianoche? Bien, él me propuso una tarde de deleite después del brunch, pero no todo puede ser directo de un cuento de hadas.


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