miércoles, 24 de enero de 2018

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Se suponía que era un rapidito. Ahora hay un anillo en mi dedo.

¿Qué consigues si mezclas una noche en Vegas con una pizca de auto odio porque tu prometido huyó con tu hermana? Una excusa para tomar malas decisiones. 

Cuando mis amigas me atraen sobre el regazo de un desconocido en el club, sigo el rollo. Seguí la corriente porque se sintió bien dejarse llevar. Estaba soltera... estaba enojada... ¿no merecía un rapidito caliente?

Entonces desperté en la misma cama que un sexy extraño -con un anillo en mi dedo-. Él me dice que estamos casados. Que soy su esposa, y que no tiene intención de dejarme ir. Mi misterioso hombre con ahumados ojos y afilada sonrisa está acostumbrado a salirse con la suya. 

Esto se suponía era una diversión rápida. ¿Podría un diminuto error durar toda la vida?

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